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05-11-2016

 

Elección y violencia

Una iglesia afroestadunidense en Greenville, Mississippi, fue incendiada hace unos días en la madrugada, y sobre un costado del edificio en llamas alguien pintó “Vota Trump”. Foto Ap

SURda

Opinión

Estados Unidos

David Brooks

 

Nueva York. La violencia derechista ha sido parte de esta contienda electoral desde que Donald Trump lanzó su candidatura —la cual ha sido acompañada de agresiones físicas y verbales contra mexicanos, musulmanes, afroestadunidenses y hasta periodistas por parte de los simpatizantes del republicano— y ahora hay amenazas de que podría expresarse en una disputa poselectoral.

Una iglesia afroestadunidense en Greenville, Mississippi, fue incendiada hace unos días en la madrugada, y sobre un costado del edificio en llamas alguien pintó “Vota Trump”. Esta semana, uno de los pocos periódicos en el país que ha endosado a Trump para presidente fue el rotativo The Crusader , el más importante del Ku Klux Klan (la campaña repudió el editorial). Este jueves Trump advirtió que cada vez que se critique su muro a lo largo de la frontera con México, “él lo hará más alto”.

El miércoles, en un mitin, Trump interrumpió su discurso no sólo para arremeter contra los medios, como es usual, sino identificó a una reportera presente por nombre y la acusó de nunca reportar correctamente sobre el número de asistentes a los eventos. Un par de medios nacionales han contratado desde hace meses seguridad privada para proteger a los reporteros que cubren la campaña de Trump.

A lo largo de la campaña, agrupaciones de libertades y derechos civiles han condenado actos de violencia racial o xenófoba por parte de agresores que se identifican como simpatizantes de Trump.

Críticos han repetido que la retórica del abanderado en sus actos de campaña y sus comentarios incesantes por Twitter incitan a la violencia. Sus repetidas declaraciones de que inmigrantes y musulmanes representan amenazas al pueblo de este país han generado un clima de odio.

“Nunca me he sentido tan insegura en este país como durante este último año”, comenta una joven musulmana estadunidense. Inmigrantes y latinos han denunciado la creciente hostilidad en su contra. Niños en escuelas primarias reportan que algunos de sus colegas le gritan que “Trump te va sacar del país” y “regrésate a México”.

Algunos de los aliados de Trump son símbolos de las peores políticas racistas y antinmigrantes del país, desde el ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, al sherif Joe Arpaio de Arizona, hasta algunos de los comentaristas y periodistas más extremistas del país, todos los cuales hablan en lenguaje violento.

De hecho, la violencia ha sido un tema subyacente —y ha estallado también— en la campaña de un candidato que en varios actos ha hablado de querer “golpear la cara” de manifestantes, y que ha llegado al punto de sugerir que alguien, usando su derecho a portar armas, podría frenar a su contrincante Hillary Clinton si llega a la Casa Blanca e intenta imponer controles sobre la Segunda Enmienda, la cual otorga, de manera ambigua, el derecho de los ciudadanos a tener armas.

El Servicio Secreto investigó a un asesor de la campaña de Trump en julio después de que este afirmó que Clinton “debería ser fusilada por traición”, y en mayo tuvo que investigar hasta al mayordomo de Trump después de que puso en su página de Facebook que el presidente Barack Obama debería “ser fusilado como agente enemigo”.

En sus actos de campaña, se escuchan consignas de “que la maten” contra Clinton, algo inusitado en campañas electorales.

“No hay duda de que hay mayor discurso de violencia y odio” en la campaña de Trump, lo cual nutre a agrupaciones de extremistas blancos, afirma el Southern Poverty Law Center que monitorea a la derecha extrema. De más de mil 600 grupos operando por todo el país, 892 de ellos denominados como “ grupos de odio ”.

Trump ha solicitado voluntarios para vigilar casillas en “ciertos barrios” durante la elección el 8 de noviembre, para “evitar el fraude”. En este país el fraude en las casillas es casi inexistente (hay otros tipos de maniobras que podrían calificarse de fraude, pero no ocurren en las casillas) —todos entienden que está hablando de supresión del voto de comunidades anti-Trump: afroestadunidenses, latinos y jóvenes.

Algunos suponen que podrían aparecer personas abiertamente armadas cerca de las casillas con el propósito de intimidar a cierto tipo de votante.

En semanas recientes Trump ha evadido responder si reconocerá el resultado de la elección y ha acusado que el sistema “esta amañado” y que se está preparando un gran fraude con la ayuda de inmigrantes, entre otras cosas, para evitar que gane, por lo que hay preocupación de que una disputa pos-electoral podría detonar actos de violencia.

Una nueva encuesta de CBS News difundida este jueves registró que más de un cuarto de sus simpatizantes dicen que probablemente no aceptarán el resultado si Clinton gana, y casi 40 por ciento tiene poca o nula confianza en que los votos serán contados de manera apropiada.

Algunas agrupaciones blancas derechistas y anti-gobierno federal como Oath Keepers ya han advertido durante meses, en ensayos publicados en sus sitios de Internet, de “guerra civil” si gana Clinton. “El nivel de odio entre conservadores por esa mujer es tan estratosférico que no puede haber otro resultado”, escribo Brandon Smith, un colaborador del grupo, reportó Politico.

En días recientes, algunos de sus más fervientes simpatizantes han expresado que habrá violencia si Trump pierde. Un joven de 25 años comentó al New York Times que si Trump pierde podría llevar a una “segunda guerra revolucionaria…. la gente va a marchar sobre las capitales, harán lo que se necesita hacer para sacarla del puesto, porque ella no pertenece ahí”, en referencia a Clinton.  Agregó que eso se logrará “por lo medios que sean necesarios”.

Después de 8 años en los que la extrema derecha ha nutrido una reacción racista contra el primer presidente afroestadunidense, acusándolo de musulmán, dictador, comunista y hasta cuestionado si era estadunidense —campaña a la cual se había sumado y promovido Trump desde un inicio— algunos señalan que la próxima etapa podría ser peor.

“Con la campaña racista, xenofóbica y misógina de Trump por la Casa Blanca, lo marginal se volvió parte del debate normal”, acusa Jonathan Capehart del Washington Post.

Aunque no se contempla una sublevación armada, ni algún acto violento masivo, el ambiente que ha generado Trump y su equipo prevalecerá mucho más allá del 8 de noviembre

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/11/03/eleccion-y-violencia